martes, 18 de junio de 2013

LA IMPRENTA A VAPOR



Frederick Koenig, nació en 1744, en Leipzig (Alemania). El, como Gutenberg, estaba obsesionado con la imprenta. Quería encontrar un sistema que permitiera imprimir con más rapidez y menos trabajo, pero tampoco tenía dinero y necesitaba un socio capitalista para poder llevar a cabo sus ideas.

La prensa de Koenig era una máquina de impresión de vapor. La forma permanecía en la platina, esta se movía gracias a la energía del vapor, hacía la hoja de papel que estaba imprimiendo, y después se retiraba. Esto significaba que las hojas de papel podían ser colocadas en su sitio y quitadas sin interrupción.

Dos cilindros movidos por vapor, que sustituían la plancha superior, presionaban el papel contra los caracteres, y un rodillo repartía automáticamente la tinta sobre los caracteres, con lo que se eliminaba el lento y fatigoso proceso de entintar a mano con almohadillas de cuero.
La máquina sólo necesitaba dos hombres para funcionar: uno para alimentar el papel en blanco y el otro para retirar las hojas impresas.

La producción de la nueva prensa de vapor era impresionante, pero el hecho de tener que alimentarla manualmente, hoja a hoja, frenaba el proceso. En 1798 se inventó en Francia una máquina que fabricaba el papel en bobinas en lugar de hojas.

Un 28 de noviembre, pero en 1814, funcionó por primera vez una imprenta de vapor del mundo y fue para editar  de Londres.

La primera la había inventado el alemán Frederick Koenig, pero Willian Nicholson había desarrollado el entintado rotativo.


Hasta la aparición de estos inventos, las únicas máquinas existentes eran accionadas por el viento, el agua y los músculos de hombres y animales.

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